11 junio 2020

Reinventando la educación superior en Colombia, Federico Ospina Director de EUDE Colombia

educación superior

Algunas universidades lo entendieron muy tarde, la virtualidad era el camino. Y comienzo con esta premisa porque desde mi experiencia como Director de EUDE Business School en Colombia, he tenido la oportunidad de reunirme con más de 150 instituciones de educación superior a lo largo y ancho del territorio nacional, y de cerca me he dado cuenta que muy pocas IES (Instituciones de educación superior) le han apostado a la virtualidad, de hecho en algunos casos esta modalidad de estudio es subvalorada y la observan como una herramienta no válida de implementación dentro de sus programas académicos.

 

Está claro que la era Covid a todos nos cogió por sorpresa, ninguna institución estaba preparada para asumir este gran reto que se venía y que la respuesta casi por unanimidad fue virtualizar las clases. Ojo, virtualizar clases no significa impartir programas en línea, pues esto es mucho más complejo de lo que parece. La virtualización de las clases podía haber funcionado como una medida transitoria, aunque con las ampliaciones del aislamiento obligatorio lo que iba a durar por un mes, tuvo que seguir impartiéndose de la misma manera hasta alcanzar el final del semestre académico.

 

Cabe resaltar que esta medida fue criticada por la gran mayoría de estudiantes, pues se enfrentaban a situaciones como la mala conectividad y pérdida de internet constate que tienen en sus casas, largas duraciones de contenidos virtuales que no permiten que el estudiante se adapte a esta modalidad y sobre todo, la falta de interacción entre los estudiantes y docentes.

 

Ad portas del comienzo de un nuevo semestre, las universidades se enfrentan con dos problemas. El primero, dirigido a las IES que no tienen programas virtuales, pues aunque se han esforzado por generar alivios financieros y reducciones a los costes de las matrículas; en la mayoría de los casos hasta en un 20%, no han podido entender que un programa virtual puede abaratar un programa académico hasta en un 70% y que un estudiante ve insuficiente este % de descuento. Se enfrentarán a la deserción académica y al aplazamiento por parte de sus antiguos y nuevos estudiantes.

 

El segundo problema afectaría a las IES que manejan programas presenciales y también virtuales. Se entendería que tienen una solución en sus manos, pero esa solución; como se dice coloquialmente, podría ser un arma de doble filo en el corto plazo, pues pueden enfrentarse hacia una migración generalizada de sus estudiantes presenciales a sus estudios en línea, ya que si existen diferencias en precios más significativos entre estos dos tipos de programas. A este factor económico, se sumaría la incertidumbre de que realmente pueda desarrollarse en esta segunda parte de 2020 un semestre académico presencial.

 

Estas dos problemáticas nos llevan a plantear varias soluciones que pueden reducir el efecto contraproducente que está generando la pandemia:

 

  • Alivios financieros: ajustes en las matrículas tanto para antiguos como nuevos estudiantes, pero con un ingrediente adicional, la financiación directa con la institución. Este mecanismo puede ser utilizado por las instituciones más sólidas financieramente hablando pues implicaría un descuadre en el flujo de caja permitiendo que el estudiante pueda pagar su semestre académico en un plan de cuotas generoso. Para mi gusto, la que mejor se ha adaptado en esta medida es la Universidad Eafit, la cual ha permitido pagar el 50% de la matrícula en el momento de la inscripción y el otro 50% financiado directamente con la institución.

 

  • Soluciones tecnológicas: es necesario que las instituciones puedan entregarles a los estudiantes de bajos recursos opciones para tener una muy buena conectividad. El poder dar en calidad de préstamo computadores y tabletas es una opción. Asimismo, generar acuerdos con los operadores de internet donde puedan llevar estas herramientas a la casa de los estudiantes podría ser una posibilidad. En este punto también se podría hablar de que las universidades deben utilizar este corte de semestre para generar tutoriales y poder formar a sus docentes para la modalidad virtual, además de ir virtualizando algunos contenidos y fortaleciendo su plataforma e-learning.

 

  • Programas de egresados: quizás una de las áreas que más les cuesta a las universidades. Tener una oficina de egresados fuerte. Si se pueden implementar programas que rentabilicen esta área y que estos recursos vayan para ampliar los planes de becas y donaciones que las universidades van a entregar a sus estudiantes, sería una medida muy válida. Del mismo modo, las IES pueden solicitar a sus aliados estratégicos que contribuyan para esta gran causa. El mejor modelo en este punto lo tiene la Universidad del Norte, la cual cuenta con un sistema muy bien estructurado donde todas las acciones que realiza con graduados van destinadas a apoyar sus planes de ayuda para los estudiantes de bajos recursos.

 

  • Papel del MEN (Ministerio de Educación Nacional): el ministerio tuvo una muy buena iniciativa que fue el plan padrino. Mediante este plan, las universidades más fuertes apadrinaban a las instituciones menos desarrolladas y les ayudaban con la implementación de los planes estratégicos para dar frente a esta situación. Sin embargo, se sabe que los trámites para sacar nuevos programas académicos, ampliar registros calificados y modificar programas son muy demorados. El Ministerio tiene la oportunidad de flexibilizar trámites y reducir tiempos para que las universidades puedan responder mucho mejor a la demanda y ante esta nueva coyuntura que se está viviendo.

 

  • Modalidad Blended: quizás una de las herramientas que las universidades han venido implementando dentro de sus posgrados. Ahora el camino es llevarlo a los estudios de pregrado. La fórmula de estudiar parte en línea y parte presencial es una muy buena opción, de hecho, podría significar una reducción en los costes operativos que puedan servir para apoyar los alivios financieros de las matrículas, además de ser un mecanismo para atraer estudiantes de diferentes municipios de Colombia, que no pueden tomar programas presenciales pues esto les significa mudarse a ciudades más grandes y por ende más costosas.

 

Y claro, como iba a faltar: la virtualidad. Aunque sea una medida a mediano y largo plazo, las IES deben comenzar a trabajar en estos programas, no solo por la situación que se está viviendo sino también entendiendo que es un instrumento para atraer estudiantes de las regiones y también internacionales, manejar costes más competitivos, hacer de la educación superior más incluyente y poder masificar su oferta académica.

 

Desde mi punto de vista estas son las opciones más rápidas tanto a corto como a mediano plazo que pueden ejecutar las IES. Con ello también quiero poder entregarle algunas ideas a los lectores de que estrategias podrían implementar para poder mitigar los rezagos de la era covid. No todas las soluciones son perfectas, absolutas y adaptables a todas las instituciones de educación, quizás una combinación entre ellas sea la herramienta más precisa para la reinvención de la educación superior en Colombia.

 

Federico Ospina

Director de EUDE Business School en Colombia

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